jueves, 21 de diciembre de 2017

"Sapiens: De animales a dioses",de Yuval Noah Harari (2013)

Resumen: "Sapiens: De animales a dioses",de Yuval Noah Harari (2013)



Resumen original y actualizado en:



Resumen y anotaciones por E.V.Pita (2015), licenciado en Derecho y Sociología

 Sociología, antropología, historia de la Humanidad, procesos macrohistóricos, ciclos económicos



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Título: "Sapiens: De animales a dioses"

Subtítulo: Breve Historia de la Humanidad

Título original: From Animals into Golds: A Brief History of Humankind

Autor: Yuval Noah Harari (2013)

Edición en inglés: 2013

Edición en español: Penguin Random House Grupo Editorial - Debate , 2014


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Biografía oficial del autor (2014)

Yuval Noah Hatari nació en 1976 y es profesor de historia en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Se especializó en historia medieval e historia militar pero, tras doctorarse por la Universidad de Oxford, pasó al campo más amplio de la historia del mundo y los procesos macrohistóricos.



Sus libros incluyen Special Operations in the Age of Chivalry (1100-1550), The Ultimate Experience: Battlefield Revelations and the Making of Modern War Culture,1450-2000,The Concept of "Decissive Battles" in World History y Armchairs, Coffe and Authority: Eye-witnesses and Flesh-withnesses Speak about War, 1100-2000.

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Texto de la contraportada


"Hace 100.000 años, al menos seis especies de humanos habitaban la Tierra. Hoy solo queda una, la nuestra: Homo sapiens.
¿Cómo logró nuestra especie imponerse en la lucha por la existencia? ¿Por qué nuestros ancestros recolectores se unieron para crear ciudades y reinos? ¿Cómo llegaron a creer en dioses, en naciones o en los derechos humanos; a confiar en el dinero, en los libros o en las leyes? ¿Cómo acabamos sometidos a la burocracia, a los horarios y al consumismo? ¿Y cómo será el mundo en los milenios venideros?
En "De animales a dioses", Yuval Noah Harari traza una breve historia de la humanidad, desde los primeros humanos que caminaron sobre la Tierra hasta los radicales y a veces devastadores avances de las tres grandes revoluciones que nuestra especie ha protagonizado: la cognitiva, la agrícola y la científica. A partir de los hallazgos de disciplinas tan diversas como la biología, la antropología, la paleontología o la economía, Harari explora cómo las grandes corrientes de la historia han modelado nuestra sociedad, los animales y las plantas que nos rodean e incluso nuestras personalidades. ¿Hemos ganado en felicidad a medida que ha avanzado la historia? ¿Seremos capaces de liberar alguna vez nuestra conducta de la herencia del pasado? ¿Podemos hacer algo para influir en los siglos futuros?
Audaz, ambicioso y provocador, este libro cuestiona todo lo que creíamos saber sobre el ser humano: nuestros origenes, nuestras ideas, nuestras acciones, nuestro poder... y nuestro futuro.


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ÍNDICE

Parte 1. La revolución cognitiva
1. Un animal sin importancia
2. El árbol del saber
3. Un día en la vida de Adán y Eva
4. El Diluvio

Parte 2. La revolución agrícola
5. El mayor fraude de la historia
6. Construyendo Pirámides
7. Sobrecarga de memoria
8. No hay justicia en la historia

Parte 3. La unificación de la humanidad
9. La flecha de la historia
10. El olor del dinero
11. Visiones imperiales
12. La ley de la religión
13. El secreto del éxito

Parte 4. La revolución científica
14. El descubrimiento de la ignorancia
15. El matrimonio de ciencia e imperio
16. El credo capitalista
17. Las ruedas de la industria
18. Una revolución permanente
19. Y vivieron felices por siempre jamás
20. El final del Homo Sapiens

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RESUMEN


El libro comienza con una escena habitual de un hombre primitivo de hace 100.000 años que no se diferenciaba en nada del resto de los animales. Las armas que tallaba en piedra apenas le proporcionaron ventaja. Pero gracias a su desarrollo cognitivo (que le permitía extraer conclusiones de simples hechos como "hay un león cerca de una manada de búfalos" empezó a hacer planes y rivalizar con los leones para robarle sus presas). Pero lo que le confirió su mayor poder fue la manipulación del fuego, pues una sola humana podía quemar un bosque entero sin esfuerzo y recoger luego un montón de animales muertos. Aún así, esa habilidad de quemar algunos bosques y asustar a los leones tampoco eran demasiado impresionantes.

En este contexto, hubo seis tipos de humanos que se desperdigaron por todo el mundo: el neandertal se estableció en Europa y Oriente Próximo, el homo erectus se estableció en África, habilis llegó a Asia, el hombre de Flores quedó atrapado en una isla del Pacífico, el home devoneses en Siberia y el homo Sapiens partió de África hacia Europa y Oriente Próximo, donde chocó con los neandertales. Sospechosamente, a medida que el homo sapiens se extendía por el mundo, el resto de los grandes mamíferos (mamuts, etc...) se extinguían a su paso (en Australia, en América, etc...). En Europa, los neandertales también cayeron.


En posteriores capítulos examina la importancia que supuso la creación de conceptos ficticios para mantener unidas a grandes poblaciones o para ejercer dominio sobre ellas.  De este modo, se crearon grupos artificiales separados cada uno con su función, tanto por raza, como por castas, por riqueza o por género, algo que se definía por nacimiento, lo que se intentó justificar como un mandato divino desde tiempos de Hamurabi, y luego por razones pseudocientíficas (la raza dominante es más inteligente, más sabia, más trabajadora, más bondadosa). Señala que en Occidente aunque ahora no hay división entre amos y esclavos, ni escuelas ni barrios para negros y para blancos, casualmente los ricos viven en mejores barrios, tienen mejores escuelas y tienen mejor sanidad que los pobres, por lo que opina que la herencia crea una división entre ricos y pobres aunque legalmente no exista. Pero el hecho mismo de nacer ya determina prácticamente si uno va a ir a una buena universidad o si va a ser un pandillero del Bronx, o también el esfuerzo que requerirá para tener una buena educación.
Precisamente, las diferencias entre hombre y mujer son bastante significativas ya que a lo largo de la historia se han mantenido. Descarta que sea por razones físicas (el hombre es más fuerte, pero para ser médico o abogado no se requiere gran fuerza), por razones de mayor violencia (los hombres son más violentos y las mujeres prefieren la diplomacia y la pacificación, pero eso haría ejércitos llenos de soldados rasos violentos y mujeres dirigiéndoles con su astucia; generales como Wellington eran gestores que jamás pasaron por filas), y otras. 


En el capítulo sobre la religión hay algunos puntos nuevos. Primero, habría una fase religiosa animista (adoración a rocas, lagos...)  a la que siguió una fase politeísta (panteón egipcio, griego) dominado por un ser supremo (Júpiter, Destino) que se consolidó como un monoteísmo (cristianismo, islam). Algunas religiones evolucionaron hacia el dualismo (lucha entre el bien y el mal: maniqueos, zoroastrismo). También hubo religiones sin Dios como el budismo, el taoismo o el sintoismo, que más bien eran normas éticas. El laicismo occidental, a su vez, desembocó, según dice Yuval Noah Harari , en otras religiones que aunque tienen el nombre de ideologías funcionan como religiones: liberalismo (tener fe en la autorregulación del libre mercado), comunismo (promete el paraíso proletario y tiene sus festivos como el Día del Trabajo), socialismo (ensalza la igualdad) o nazismo (promueve la evolución hacia un superhombre). Insiste en que esas ideologías (que en realidad son religiones humanistas) han sido las más destructivas de la historia porque han dejado detrás millones de muertos en varios enfrentamientos globales a lo largo del siglo.


Según dice el autor, la religión cristiana es monoteísta pero adornada con santos para absorber el politeísmo de Roma y que contiene numerosas contradicciones: la principal es que si Dios es bueno, por qué permite que haya mal en el mundo. La respuesta sería que existe otra fuerza, el mal, pero entonces estaríamos ante una religión dualista, que a su vez genera una segunda contradición: si un Dios bueno creó el orden y las leyes físicas, por qué permite la existencia del mal, y si realmente tanto el mal como el bien obedecen a las mismas leyes físicas, ¿quién creó ese orden? Para el autor, existe una solución que resuelve esa doble contradición aunque aclara que nadie ha tenido estómago para plantearla en serio: Dios es malo (ese ser supremo creó el orden y las leyes físicas pero diseñó el Cosmos a propósito y de forma cruel y maléfica para inflingir y condenar a un gran sufrimiento a su propia creación).  


Cuando estudia la sociedad europea, el autor también niega que actualmente haya un choque de civilizaciones como sostiene Samuel Huntington en su libro. Cree que no se trata de una lucha entre Occidente y el Islam o China sino en una nueva versión del racismo que él denomina "culturalismo". Sostiene que en el siglo XIX, las naciones europeas que conquistaron el mundo ponían como excusa que la raza blanca aria era más inteligente y trabajadora que las otras razas degradadas. Científicos hacían estudios que lo avalaban y advertían que la evolución del más fuerte solo podría presagiar el triunfo de la raza blanca. Tras la Segunda Guerra Mundial esas teorías racistas quedaron desacreditadas, a lo que se sumó los estudios genéticos que revelaron que el ADN es el mismo, sin apenas diferencias. Según el autor, surgió otro camino que es el que usan ahora las fuerzas de extrema derecha: consistiría en el "culturalismo". Los inmigrantes no se adaptan a la cultura europea ni comparten sus valores sobre los derechos humanos, la democracia o la igualdad de género. Todo lo contrario, por lo que si no saben convivir con esta cultura deben marcharse, viene a ser el argumento del nuevo racismo, que nunca invoca al desacreditado concepto de supremacía de raza ni nada parecido.


Otro tema que aborda es el complejo científico-militar-político (del que alertó Eisenhawer y luego Galbraith) como estimulador del desarrollo en Occidente y principal razón de su despegue. Explica que expediciones científicas como la de Cook salieron adelante porque la Royal Navy iba a tomar posesión de nuevas tierras y explorar. Dice que los europeos han ligado guerra y ciencia como algo conjunto, sobre todo después de 1815. Los ejércitos de Napoleón tenían cierto parecido con los de Luis XIV pero su caballería de húsares no podría hacer nada frente a los tanques de la Primera Guerra Mundial. En apenas un siglo, se dio un salto inimaginable. Por el camino, han quedado pueblos nativos como los tasmanos, que se extinguieron tras vivir 10.000 años aislados, o en Australia quedaron diezmados los aborígenes. Sostiene que la expansión del colonialismo europeo avanzó con la ayuda de la ciencia y cuyo mayor exponente es la bomba atómica. Todo ese dinero y fondos para la ciencia ha sido canalizado para las necesidades del ejército, aunque también para beneficiar al comercio y al desarrollo económico. Dice que hasta los investigadores científicos se han dado cuenta de eso y "venden" sus proyectos como una forma de incrementar la producción y los beneficios (nadie habría financiado el viaje de Colón sino hubiese un interés económico).


Sobre la sociedad moderna, señala que triunfó el liberalismo sobre la base de que los banqueros y el Estado sustituyeron a la familia y a la comunidad, que antes proveía de todo al individuo: comida, alojamiento, tus vecinos te construyen una vivienda, préstamos, justicia y venganza de honor, búsqueda de esposa. Ahora, el Estado liberal deja al hombre la libertad para ser un individuo de forma que pueda trabajar donde quiera, aunque no pueda ir a las cenas familiares, casarse con quien quiera (y desafiar a los mayores). A medida que pasa el tiempo, la familia se desintegra y los menores desobedecen a sus padres para seguir su camino. El Estado pasa a ocupar el vacío dejado por la familia: la seguridad social cubre las enfermedades, el desempleo te da un subsidio si estás en el paro, te emplea en el sector público mientras que los bancos te dan ese crédito que tanto necesitas para comprarte una casa.


El otro aspecto de la sociedad liberal que analiza el autor se refiere a la reinversión de los beneficios, un pacto entre obreros y propietarios para que se permita a los capitalistas amasar fortunas pero no para gastarlas en lujos sino para reinvertir sus beneficios en ferrocarriles y otros negocios que generarán más empleo. La obsesión por los beneficios ha contribuido a un crecimiento sin igual apoyado por la Ciencia, sobre todo a partir de 1850.


En la parte final del libro examina, al igual que Ian Morris, un tema que empieza a ser recurrente: la Singularidad ( el momento en que el hombre se convierte en un ser biónico y deja de ser humano para convertirse en otra especie). Comenta por ejemplo que el desarrollo tecnológico permitirá crear en breve un cerebro artificial igual al humano, una copia perfecta pero digital, pero el problema es que nadie sabrá qué hacer con él (por ejemplo, podría volverse loco y si lo apagas ¿es un asesinato?). Del mismo modo, nos encontramos ante el dilema de que la ingeniería genética permite multiplicar la edad (hasta convertir al hombre en amortal, salvo accidente o crimen) e incluso crear superhombres (con supermemoria, amortales, sin conflictos psicológicos, etc...), con lo que se cumpliría el sueño racista de una raza superdotada que domina a seres inferiores. El autor sospecha que una persona rica que se pueda pagar un tratamiento de inmortalidad no va a dudar en hacerlo mientras que los pobres seguirán muriendo como hasta ahora: habrá una clara división entre dioses y animales.


También se pregunta si el hombre es más feliz ahora que cuando era cazador-recolector. Recuerda que los humanos estamos programados genéticamente para recolectar y cazar pero que desde hace 10.000 años el hombre vive anclado al suelo, con la espalda torcida para cavar la tierra y cosechar. La vida del agricultor fue más dura y el trigo se convirtió en amo del mundo: es la planta que más se ha difundido por el mundo gracias a su esclavo: el hombre. El autor lo compara con el concepto de "meme" cultural: la transmisión de un concepto cultural dando saltos de un lado a otro y propagándose como un virus (por ejemplo, un chiste con gran éxito, o un "selfie" de Twitter). [nota del lector: la misma pregunta se la puede hacer un currante: ¿tiene sentido levantarse todos los días a las 7 para ir a trabajar en vez de quedarse en la cama? ¿Por qué nos ganamos la vida de esta forma y no de otra forma más sosegada?". La contestación de Yuval Noah Harari viene a ser que quizás el hombre moderno no sea tan feliz como un cazador-recolector o un agricultor de la Edad Media que vivía en su aldea y hacía vida comunitaria pero, en todo caso, sí es cierto que vive más años, tiene más cosas, sus hijos crecen sanos y si tiene una enfermedad, lo curan gratis. Puede que el hombre siga estando insatisfecho pero es innegable que sí ha habido una mejoría. 


Una de las novedades que plantea es recuperar la sabiduría budista que renuncia a cualquier emoción, tanto externa como interna, para alcanzar el Nirvana. Dice que la gente tiene distintos niveles de felicidad, por ejemplo, uno de 5 a 7 y otro de 6 a 8, de forma que aunque en un mismo día le toque la Lotería, resuelva la paz mundial y encuentre a su hijo perdido hace varios años, no podrá superar el nivel 7-8 y al poco vuelve a niveles normales e incluso a la insatisfacción. Creen que pronto habrá pastillas para que la felicidad sea completa según el principio budista de eliminar esos altibajos psicológicos para ser feliz mucho más rato.


La visión  de Yuval Noah Harari es bastante pesimista porque considera que el hombre es malo y descontento se ha convertido en una especie bastante peligrosa, al menos para el medioambiente y el resto de los animales. Ahora, ha llegado un punto en que el hombre puede convertirse en un Dios (inmortal, superinteligente, con emociones equilibradas...) pero sostiene que "somos los más poderosos de lo que nunca fuimos, pero tenemos muy poca idea de qué hacer con todo ese poder. Pero todavía parecen ser más irresponsables que nunca. Dioses hechos así mismos, con solo las leyes físicas para acompañarnos, no hemos de dar explicaciones a nadie. En consecuencia, causamos estragos a nuestros socios animales y al ecosistema que nos rodea, buscando poco más que nuestra propia comodidad y diversión, pero sin encontrar nunca satisfacción". Y concluye: "¿Hay algo más peligroso que unos dioses insatisfechos e irresponsables que no saben lo que quieren?"


Tras la lectura del libro, surge una visión muy pesimista del humano como un animal bruto que arrasa su entorno. Yuval Noah Harari recuerda que la subsistencia de la especie humana se basa en los avances agrícolas y que hay millones de vacas, ganado porcino y pollos que viven en granjas industriales en aberrantes condiciones para producir la comida para todos sin preocuparnos por los sentimientos de esos animales. El hombre, señala, está acabando con la diversidad biológica como lo hicieron sus ancestros con el  Neandertal, el mamuth, el león con dientes de sable o los nativos de América (aquí también influyeron las enfermedades).



Epílogo: El animal que se convirtió en un dios



Sin embargo, el fuego permitió cocer los alimentos y emplear menos horas para ingerir los alimentos. La energía que se ahorró en esfuerzo de los intestinos se desvió al cerebro, que cada vez se hizo más grande.



Cuenta la anécdota de que cuando los americanos ensayaban los vuelos a la Luna en el desierto del Álamo, unos científicos nucleares se encontraron a un viejo indio y le contaron que el hombre iba a llegar a la Luna. Entonces, el indio les pidió que les entregasen un mensaje a los espíritus que moraban en la luna: "Digan lo que os digan estos, no los creáis, vienen a robaros vuestras tierras".



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RESEÑAS DE "SAPIENS" POR OTROS AUTORES


Manuel Rivas en "Contra todo esto" (2018)

Dice Manuel Rivas (página 216) que este libro nadie debería perdérselo, empezando por los que van por la vida como dioses. Tras rastrear la descomunal aventura de la especie, y cartografiar el régimen de los "sapiens" en la Tierra, Harari introduce una pregunta que en toda sencillez contiene una revolución óptica: "¿Hemos reducido la cantidad de sufrimiento en el mundo?". Y esta es su respuesta: "Una y otra vez, un gran aumento del poder humano no mejoró necesariamente el bienestar de los sapiens individuales y por lo general causó una inmensa desgracia a otros animales".

Rivas añade que "esa inmensa desgracia" causada a otros animales raramente figura en las historias humanas. ¿Cómo es posible tanto silencio?, se pregunta. 









lunes, 18 de diciembre de 2017

"La España vacía", de Sergio del Molino (2016)

Resumen del libro "La España vacía", de Sergio del Molino (2016)

Resumen original y actualizado en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2017/10/la-espana-vacia-de-sergio-del-molino.html

https://resumendelibrosdehistoria.blogspot.com/2017/12/resumen-del-libro-la-espana-vacia-de.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación Social y licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, sociología rural, población, estructura social, urbanismo, distribución poblacional, demografía
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Título: "La España vacía"

Subtítulo: "Viaje por un país que nunca fue"

Autor: Sergio del Molino

Fecha de publicación: Madrid, 2016

Editorial Turner Publicaciones SL

Número de páginas: 292

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Biografía de Sergio del Molino  (hasta 2017)

Sergio del Molino nació en Madrid en 1979. Es autor de La hora violeta, novela por la que recibió el Premio Ojo Crítico de Narrativa 2013 y el Premio Tigre Juan 2013, entre otros, y que ha sido traducida a varios idiomas. Desde su debut literario, en 2009, ha publicado la colección de relatos Malas Influencias (2009), el ensayo literario Soldados en el jardín de la paz (2009), una antología de sus textos periodísticos más personales. El restaurante favorito de Nina Hagen (2011), la que fue su primera novela No habrá más enemigo (2012) y Lo que a nadie le importa (2014), que anticipa en clave narrativa algunos temas que aparecen en La España vacía, su primer gran ensayo.

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Texto de la contraportada

"Hay dos Españas: una urbana y europea, y una España interior y despoblada. La comunicación entre ambas ha sido y es difícil. A menudo, parecen países extranjeros el uno del otro. Y, sin embargo, la España urbana no se entiende sin la vacía.

Esa España interior del Quijote, la que divisamos desde la autovía, la de los pueblos que para algunos son la feliz aldea de los veranos infantiles y para otros el paisaje de la leyenda negra, es la España vacía de este ensayo.

Buñuel, Azorín o Almodóvar la convirtieron en escenario. Los políticos la visitan en campaña electoral o la olvidan en cuanto llegan al gobierno. Los urbanitas vuelven a ella soñando con una vida más fácil. Y los que la viven bajan a Madrid a gritar que existen.

Un ensayo originalísimo y emocionante, escrito por una voz joven, con mirada política y sensibilidad literaria. Un libro imprescindible, que le hará pensar en su familia, en sus raíces y en su forma de vivir".

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ÍNDICE

El misterio de las casas quemadas

Primera parte. El Gran Trauma

I. La historia del tenedor

II. El Gran Trauma


Segunda parte. Los mitos de la España vacía

III. La ciencia del aburrimiento

IV. Tribus no contactadas

V. Marineros del entusiasmo

VI. La belleza de Maritornes

VII. Manos blancas no ofenden.


Tercera parte. El orgullo

VIII. Los hijos de la tierra

IX. Una patria imaginaria.

Coda: explicaciones no pedidas

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RESUMEN:

Comentarios iniciales: Estamos ante una gran obra de Sociología, del estilo "La primavera silenciosa", un ensayo que también es útil para los economistas para comprender y visualizar la estructura económica de España con grandes polos industriales concentrados y rodeados de "desiertos" despoblados. 

El autor recuerda sus tiempos mozos, cuando sus padres de Madrid quisieron irse a vivir a un pueblo castellano. A pesar de su vida idílica, los inviernos cortaban las carreteras por la nieve y pronto se mudaron a Alicante. Es la forma de arrancar este libro sobre el abandono del rural, un declive que Delibes ya describió en 1978 en El Disputado Voto del Señor Cayo.

A medida que se avanza por las páginas del libro, el lector toma conciencia del desolador panorama del interior de España, que abarca las dos Castillas, Aragón, La Rioja, Extremadura y (en una extensión que hace el autor) las provincias gallegas de Ourense y Lugo. Estas provincias y regiones se caracterizan por tener pueblos vacíos en zonas desérticas, sin apenas población, con el rural abandonado o explotado por grandes compañías pero que no generan trabajo. Compara los pueblos franceses, italianos o alemanes enclavados a lo largo de carreteras con verdes e idílicos paisajes que siguen vivos y llenos de alegría y rebosantes de niños al otro lado de los Pirineos frente a los pueblos "zombies" castellanos. Mientras Europa ha logrado hacerlos económicamente viables y cada semana celebran una feria con quesos y otros productos locales, en Castilla y Aragón, no hay nadie por las calles y sus paisajes son desolados. [nota del lector: la imagen de los pueblos europeos contiguos siguiendo el trazado de la carretera también es típica de la Galicia costera].

En primer lugar, señala que lo que él llama la España Vacía cuenta con 7 millones de habitantes, aunque solo hay tres ciudades importantes: Madrid, Zaragoza (700.000 habitantes) y Valladolid (300.000) y el resto son capitales de provincia. Su extensión es similar a Bélgica, que tiene el doble de habitantes. Fuera de la capital, todo es un páramo, con una densidad de población de 8 habitantes por kilómetro cuadrado, similar a la de Laponia. En sí, España, con una superficie similar a la de Francia, que duplica a Inglaterra, y por encima de Italia y Alemania, es un país vacío, con poca población respecto a los estados más occidentales. Pone como ejemplo que en todo el Levante agrupa a 17 millones de habitantes y que Andalucía suma otros siete.

El éxodo del rural tiene su origen entre 1945 y 1950, cuando los jóvenes empezaron a emigrar del pueblo a la ciudad en busca de una vida mejor ante la falta de empleo en el campo y por la industrialización en las ciudades, que duplicaron o triplicaron su población en 30 años. Primero se fueron a la ciudad los jóvenes y luego los viejos, en busca de servicios médicos.
 La película "Surcos" relata las míseras condiciones de los campesinos que viven en descampados de Lavapiés, en Madrid, y los jóvenes se dedican a robar y las chicas a prostituirse con los señorones de la capital. La novela "Tiempo de Silencio" aborda la misma cuestión. La pobreza no se podía esconder pero se hizo más humana con el humor de Paco Martínez Soria, el prototipo de "paleto" que se va a vivir a la capital. El autor dice que nadie, en 50 años, hizo nada por resolver el abandono del campo. Explica que el general Franco expresaba su gran admiración por los valores agrarios y ganó la Guerra Civil con la ayuda campesina pero luego siguió representando al capitalismo de siempre. El régimen militar dirigió una política de inundación de valles para construir embalses y generar electricidad para las ciudades y apostó por la creación de polos industriales en Madrid, Bilbao y Barcelona, que se llenaron de inmigrantes del rural. En 30 años, el campo se vació y la mitad de la población estaba viviendo en una gran ciudad. Fue un crecimiento descontrolado, propio del brutal desarrollismo de los años 60, y la estructura económica se vio completamente descompensada, con pueblos muertos en el interior y la costa superpoblada. Recuerda al crecimiento espectacular de China. Del interior no volvió a tenerse noticias hasta que se movilizaron los de "Teruel también existe".

Otra de las cuestiones que llama la atención al autor es que a nivel político el campo está sobre-representado, su voto vale más que el de la ciudad a la hora de obtener escaños, lo que ha llevado a que los grandes partidos inflen su número de escaños a costa de los pequeños partidos que aunque consiguen muchos votos están dispersos por todo el territorio rural. El reparto de escaños por la Ley de D'Hont fue instaurado para dar "estabilidad" a la política pero, según el autor, se hizo para evitar que el partido comunista lograse muchos escaños y, a la vez, favorecer el bipartidismo. El caso es que el voto de un habitante de Soria vale 5,6 veces más que otro de Madrid. De ahí, que los políticos que comprendieron la ley de D'Hont comprendieron que el voto nacionalista y regionalista resultaba mucho más valioso y rentable que el de otros partidos minoritarios. Nadie ha querido cambiar el sistema porque los opositores que llegaron al poder, lo mantuvieron para seguir en el poder.

Más adelante analiza sitios que simbolizan el rural como Fago (en Huesca) o Las Hurdes (en Extremadura). En el primer caso, Fago era un pueblo de 30 habitantes, la mayoría regresados de la ciudad para buscar tranquilidad, algunos de los cuales se volvieron paranoicos y uno de ellos asaltó al alcalde cuando volvía por carretera en medio de la nieve y lo asesinó con tiros de escopeta. Los vecinos se quejaban de que el alcalde ponía multas "injustas" cuando ellos lo que querían en el pueblo era vivir con tranquilidad y no fijarse en dónde aparcaban el coche. El asesino resultó ser un vecino descontento con la supuesta "tiranía" del alcalde. Fago se había convertido en un infierno administrativo. Los periodistas, incluido el autor, tropezaron con el silencio de los vecinos y del único bar que había. El autor señala que el pueblo más cercano estaba a muchos kilómetros y que el resto era desierto aragonés. Los inviernos eran realmente duros y solitarios, como si te aislasen en una celda de castigo. Hasta Internet iba lento.

Fago representaba la soledad paranoica del mundo rural, del aislamiento invernal que hacía perder la cabeza a sus habitantes, que se peleaban por minucias ridículas y vergonzosas como los niños. Pero el autor replica que hay miles de pueblos casi vacíos y solo se han producido un puñado de crímenes. En todo caso, algunos, el crimen de Puerto Hurraco, con nueve asesinados y los dos culpables huidos al monte perseguidos por la Guardia Civil, despertaron a España en 1990 del sueño de modernidad que parecía vivir con el AVE, la Expo 92 y las Olimpiadas de Barcelona.

Otro caso que analiza es el de Las Hurdes, considerada la imagen de la miseria rural azotada por pobreza, brutalidad y enfermedades infecciosas. En los años 20 del siglo XX, Luis Buñuel rodó allí un pseudodocumental, llenos de monstruo y deformes de feria, bebés flotando en el río, que el doctor Gregorio Marañón rechazó por irreal. La película no pasó la censura y apenas fue vista pero se convirtió en un mito. Hasta el propio Unamuno viajó desde Salamanca a Extremadura para verificar si la parte alta de Las Hurdes era la jungla, sin libros ni nada. Lo desmintió, no le pareció más pobre que otras zonas montañosas que había recorrido antes.

El autor Sergio del Molino concluye que Buñuel quiso seguir la estela de la literatura del momento, estilo Tarzán o El Corazón de las Tinieblas, donde el explorador occidental se adentra en territorio indígena, como es el caso de Las Hurdes. La mala fama de Las Hurdes siguió durante décadas y el Franquismo y luego la Junta de Extremadura se volcaron en esta región para ponerla como escaparate del progreso en el rural, con mucha tienda "delicatessem", etc...

En posteriores capítulos examina el paisaje de Castilla-La Mancha, descrito en El Quijote, y los relatos de los viajeros franceses e ingleses que visitaron España en el siglo XIX atraídos por los tópicos y que estaban aterrorizados con la miseria que veían, por el árido paisaje de Castilla y por la inseguridad de los caminos. El propio cuentista Arthur Andersen no se atrevía a salir más allá de unas manzanas de su alejamiento en Madrid por temor a ser asaltado por bandoleros.

Una idea destacable es que el autor considera que el romanticismo contribuyó a fijar la idea de un paisaje vacío y lleno de pedruscos en Castilla, sobre todo con las traducciones de autores franceses que eran más neutrales pero que la versión española traducía con mayor mordacidad. Los extranjeros sin embargo sí se asombraron de que el país estuviese vacío. Añade que aunque no hayamos leído a Antonio Machado, tenemos una imagen clara y precisa de la ancha Castilla y cuando la visitamos en coche por la autopista la reconocemos al instante. Ese imaginario ha pasado de los libros y poemas al cine y la televisión, de forma que existe en nuestra imaginación la idea de Castilla plana y solitaria.

 Sin embargo, en pleno romanticismo, el poeta y escritor Becquer logró hacerse un hueco en el panorama periodístico de la capital al enviar sus crónicas desde Moncayo y describir sus paisajes de forma totalmente asombrosa para los capitalinos.

Otra de las cuestiones de interés es que Del Molino niega la famosa leyenda que dice que en la Hispania Romana las liebres y ardillas saltaban de árbol en árbol de un extremo al otro del país. No halla ningún testimonio similar en los textos clásicos y los dibujos y grabados y textos del siglo XVIII reflejan un país sin un árbol aunque luego en el XX comenzaron las repoblaciones aunque el paisaje, en esencia, siguió siendo plano y sin sombra.

También se detiene en la ruta de El Quijote. Cree que la mayor parte fue inventada por Cervantes y que no se corresponde con la realidad porque el escritor escribía deprisa y no se fijaba mucho en los detalles (al mismo personaje le ponía nombres distintos o le hacía cenar tres veces seguidas en el mismo capítulo). Además, Cervantes buscaba la risa tabernaria y era muy cruel con los personajes, ridiculizándolos para chanza del público embrutecido. Sin embargo, se ha montado una industria en los pueblos de La Mancha respecto al Quijote diciendo que si pasó por allí o por allá, sin tener en cuenta que era una chanza más del Cervantes, un tipo socarrón en exceso por no decir burlón y que solo buscaba la risa de la taberna. Pero en el imaginario colectivo quedó como un honor que este o el otro pueblo fuesen mencionados en el libro porque creaba una identidad.




jueves, 14 de diciembre de 2017

"Guerra, ¿para qué sirve?", de Ian Morris ( 2014)

Resumen del libro "Guerra, ¿para qué sirve?", de Ian Morris ( 2014)


Resumen del libro original y actualizado:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2017/11/guerra-para-que-sirve-de-ian-morris-2014.html

https://resumendelibrosdehistoria.blogspot.com/2017/12/resumen-del-libro-guerra-para-que-sirve.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación Social y licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, Historia, cambio social, historia de la civilización, estructura social

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Título: "Guerra, ¿para qué sirve?"

Subtítulo: El papel de los conflictos en la civilización desde los primates hasta los robots

Título original en inglés: "War! What is it Good for?"

Edición en inglés: 2014

Edición en español: Barcelona, 2017, Ático de los libros

Número de páginas: 639
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Biografía oficial del autor Ian Morris (hasta 2017)

Ian Morris es doctor en Historia por Cambridge. Vive en las montañas de Santa Cruz, en California, junto a su esposa, gatos y perros y es profesor de Historia del Mundo, Arqueología, Cultura Clásica en la Universidad de Stanford, donde ha sido director del departamento de Cultura Clásica, director del Instituto de Historia de las Ciencias Sociales y del Centro de Arqueología, así como el decano adjunto de la Facultad de Humanidades y Ciencias. En 2009, fue galardonado con el Dean's Award por la excelencia de sus clases. Ha dirigido excavaciones arqueológicas en Gran Bretaña, Grecia e Italia.

Ha publicado diez libros entre los que destaca "¿Por qué manda Occidente... por ahora?" (Ático Historia, 2014). Ha sido galardonado con premios de la Fundación Guggenheim, la Fundación Mellon, la National Geographic Society y el National Endowment for the Humanities y es titular de la Cátedra Jean y Rebecca Willard de Clásicos.

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Texto de la contraportada 

"En este fascinante libro, el historiador y arqueólogo Ian Morris investiga el papel de la guerra a lo largo de la historia. Partiendo de esa premisa, "Guerra, ¿para qué sirve?" nos ofrece un sensacional relato de la violencia a través de los siglos y llega a la sorprendente conclusión de que la guerra ha hecho del mundo un lugar más seguro y próspero. Morris explica que, en la Edad de Piedra, había una posibilidad entre diez o incluso entre cinco de morir violentamente, mientras que en el siglo XX, pese a dos guerras mundiales, la bomba atómica y el holocausto nazi, menos de una de cada cien personas murió a manos de otra.

¿Es posible que algo tan espantoso como la guerra haya sido una fuerza positiva en el avance de la civilización? Morris expone cómo, a lo largo de quince mil años, la guerra ha contribuido de forma decisiva a crear sociedades más grandes y complejas, las cuales, a su vez, han hecho que la vida de sus ciudadanos fuera más segura.

Por último, al comprender exactamente el funcionamiento y la utilidad de la guerra, estaremos en mejor posición posible para saber si, de una vez por todas, se puede acabar con ella".

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ÍNDICE

Introducción: la amiga del enterrador

1. ¿La tierra baldía? Guerra y paz en la Antigua Roma

2. Enjaular a la bestia: las guerras productivas

3. Los bárbaros contraatacan: las guerras contraproducentes (1-1415 d.C)

4. La Guerra de los Quinientos Años: Europa (casi) conquista el mundo (1415-1914)

5. Tormenta de acero: la guerra por Europa (1914-década de 1980)

6. Con uñas y dientes rojos: por qué los chimpancés de Gombe fueron a la guerra

7. La última gran esperanza del mundo: el Imperio estadounidense (1989-?)

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RESUMEN

Habría que encuadrar este libro junto al de Monbiot y otros que defienden un orden mundial, un gobierno global que cree un gran espacio de comercio y cultura e impida los actuales abusos de la globalización donde las grandes multinaciones campan a sus anchas debido a la distinta legislación mundial.

El libro parte de la tesis de que las guerras por la expansión del territorio (que él denomina guerras productivas) crean espacios de gobernabilidad mayores y traen una posterior paz y prosperidad a esas tierras. Por contra, hay otro tipo de guerras defensivas que son "contraproductivas" y que mantienen a los contendientes en un peligroso equilibrio y conflicto perpetuo (en plan guerras feudales).
Así, como ejemplo de guerras productivas están las del Imperio Romano, que pacificó todo el Mediterráneo y el Atlántico Norte y llevó la paz a 60 millones de habitantes que antes vivían enfrentados en conflictos tribales. Lo mismo pasó con la China de la dinastía han o la India. Enormes civilizaciones antiguas, que funcionaban como "bandoleros sedentarios" recaudando impuestos, mantuvieron la paz y favorecieron la agricultura durante muchos siglos. Añade que los antropólogos que estudiaron las tribus del Amazonas durante 30 años descubrieron que una gran parte de los habitantes moría en conflictos violentos, asesinado, en peleas... mientras que en el siglo XX el hombre occidental, a pesar de las dos guerras masivas, tiene una probabilidad de 1 o 2% de morir en un conflicto armado o hecho violento, ya que la violencia ha sido prácticamente erradicada en las civilizaciones más avanzadas donde hay un Estado fuerte.

[nota del lector: el fallo de este argumento es que para conseguir la Pax Romana y mantener la prosperidad durante dos siglos (el I y II DC), Roma libró siete siglos de guerras (con otros pueblos de Itálica, con Cartago, con Galia), masacrando a millones de indígenas europeos o esclavizándolos, para luego disfrutar de dos siglos de paz antes de volver al caos con las guerras civiles propias de un Estado fallido seguidas de una mayor matanza con la invasión de los bárbaros. El balance del Imperio Romano fueron 9 siglos de guerra y conquista, asolando a fuego todo el Mediterráneo y el Atlántico, dejando una estela de millones de muertos, para disfrutar dos siglos de paz, que no duró mucho ya que luego le siguieron otros diez siglos de guerra constante entre señores feudales a lo largo de la Edad Media, por lo decir las guerras entre potencias europeas que siguieron otros 500 años hasta la hecatombe de 1914-1945. Reconstruir el imperio Romano llevó 1.500 años de guerra y sin ningún éxito hasta que, pacíficamente, se firmó el tratado de la UE]


Las grandes civilizaciones antiguas y su caída

El libro arranca con un pasaje de Tácito sobre la guerra de Agrícola en Britania contra los pictos o actuales escoceses. El líder britano Calgaco arentó a miles de guerreros bárbaros para aplastar a las legiones de Agrícola que avanzaban. Avisó de que los romanos solo dejaban tras de sí "tierra baldía". Frente a esta concepción de Roma como ejército que arrasa con todo, está la de Cicerón que canta el orden que se impuso en el Imperio y en el que florecen las artes y las letras superada ya la barbarie de tribus ferozmente enfrentadas entre sí para robar ganado o agua. Con Roma, impera la paz. El autor apuesta por la visión de Cicerón, porque es la que se debe adoptar a largo plazo, la de la creación de una gran civilización que permite territorios llenos de paz, mientras que la del gran jefe  Calgaco es cortoplacista, solo ve la humareda de las cosechas quemadas por las legiones que avanzan hacia él a combatir. 

Ian Morris sostiene que una vez que un Estado alcanza una dimensión grande, tiene incentivos para mantener la paz en su territorio, recaudar impuestos, proteger a su población, etc... aunque sea para que otros no le roben el botín. Si en el pasado, los jefes guerreros eran feroces asesinos, luego devinieron en administradores del territorio conquistado para sacarle buenas rentas. Crearon un estado "hobbesiano" por el que mantenían el orden y el monopolio de la violencia. Esta idea caló de que el Estado era el único con derecho a ejercer la violencia por lo que cualquier pelea, crimen, etc... hecho por un ciudadano era inmediatamente castigado. Al tratarse de un poder fuerte, pocos se podían oponer y el territorio quedó pacificado, por lo que la agricultura y el comercio prosperó sin temor a ataques de bandoleros.

 Es lo que el estadista inglés Hoobes llamó el Estado Leviatán, como un gran poder que contrarreste la violencia natural de los hombres, ya que ellos mismos son lobos para el hombre. Frente a esta idea de que el hombre es un mono ultraviolento está la que extendió Margareth Mead, en un conocido estudio antropológico sobre los nativos de Samoa,  de que el hombre es bueno en su estado salvaje y tiende al amor y la fraternidad con sus semejantes, un poco la filosofía hippie. Pero el autor replica que los samoanos le "tomaban el pelo" a Margareth Mead para reírse de ella, según confesaron unas ancianas recientemente.

El autor se adelanta a muchas de las críticas siendo el argumento principal que los lectores le opones el de "¿Y qué nos dices de Hitler?". Morris replica que el "fuhrer" fue un brutal dictador que impuso su propio Leviatán asesino en toda Europa. Añade que la Alemania nazi era un gobierno dominado por una élite del partido y que tenía objetivos genocidas en un 50 % pero en otro 50 % protegía a sus ciudadanos, pero en todo caso, resultó ser un Estado fallido que fue aplastado por otros Leviatán todavía más poderosos. Recuerda que derrotada y eliminada Alemania como adversario, la guerra siguió en otros lados (en Japón), con nuevas y brutales matanzas. Viene a decir que la Alemania nazi era similar a un virus asesino que mató al paciente, como un caso extremo de Estado asesino que no prosperó porque los otros Estados se dieron cuenta de su peligrosidad y entre todos lo aplastaron. Por tanto, lo considera un caso extremo y raro en su argumentación, que estaría encuadrado como una tiranía que explota y asesina a sus súbditos, en la escala máxima de violencia.

El autor añade que hay otros niveles de Estado: la democracia, el gobierno populista, la aristocracia y la tiranía, y cada uno de ellos se mueve por distintos objetivos e intereses. En el caso de Roma, se trataba de un gobierno de la élite aristocrática cuyo objetivo era enriquecerse mediante la conquista pero que también cuidó de que el pueblo estuviese seguro mediante la ley y el Derecho y que por eso fue un Estado viable y próspero mientras duró. Lo mismo pasó en Egipto. El Estado Asirio era otro tipo de tiranía pero mantuvo seguro su territorio y prosperó.

Ian Morris también examina la escalada bélica desde que las guerras movilizaron a pie a la infantería de los egipcios y persas, con expertos tiradores de flechas, hasta que los arqueros disparaban flechas desde carros y los romanos y griegos inventaron la disciplina (ideal frente a las tribus celtas donde cada uno hacía lo que quería) y fabricaron a gran escala espadas de hierro muy baratas con las formaron enormes ejércitos baratos de hombres libres y que revolucionaron la guerra en el cuerpo a cuerpo (mientras en Oriente atacaban desde lejos o con elefantes, como en la India o como hizo Aníbal).
El gran problema estratégico para las grandes civilizaciones, que movían enormes ejércitos a pie, surgió en el mismo momento que tuvieron que enfrentarse a la caballería de los pueblos nómadas (sártrapas, hunos...), brutales, feroces, y bandidos ágiles y fugaces. La muralla de Adriano o la Gran Muralla China, que durante siglos contuvieron a los bárbaros, no sirvieron de mucho cuando los invasores formaron enormes coaliciones y entraron en la frontera arrasando todo.

 Persia fue la primera en reaccionar ante los bandidos de la estepa y creó lo que es la actual caballería pesada: caballeros con armadura y yelmo y armas pesadas, prácticamente invencibles. Los romanos tuvieron que imitarles y China también, la caballería pasó a ser decisiva en estas guerras contra los nómadas y, aún así, estos arrasaron Eurasia, de una punta a otra, derribaron el Imperio Romano, el Indio y el Chino, que durante siglos solo volvieron a ser sombras de lo que fueron. Fue una debacle de las grandes civilizaciones que tardó mil años en recuperarse.

A todo ello se suma que las grandes civilizaciones, Roma y China, se desmoronaron simultáneamente en el siglo II DC a causa de una brutal peste que arrasó el continente de una punta a otra, con legiones enfermas que morían a miles en los campamentos, donde el virus infectaba con mayor rapidez. Entre las enfermedades globales y los jinetes nómadas, que causaron un "efecto dominó" al empujar a los bárbaros al interior del territorio romano y de otros pueblos lindantes con China a la India o China. Estas emigraciones masivas de refugiados añadieron más caos y, en 80 años, el Imperio Romano había dejado de existir y en su lugar se formaron reinos bárbaros controlados por señores de la guerra. El intento de Bizancio de reunificar el Mediterráneo fue muy flojo pues no tenía los medios necesarios y cuando el Islam controló el mismo mar, desde Lisboa hasta Pakistán, no pudo funcionar como un megaestado porque los califas dirigían sus propios reinos sin atender a nadie o peleaban entre sí, según señala el autor. 

En el caso de China, las distintas dinastías lograron reunificar el imperio para volver a disolverse poco después. Los herederos de Carlomagno también fracasaron. Durante mil años hubo un ciclo de guerra-civilización-guerra tanto en Europa como en China e India. 

Otro de las distinciones que aborda Morris es la llamada guerra productiva y la contraproductiva. Dice que Roma hizo guerras productivas hasta el siglo I, en las que sus conquistas eran rentables porque ampliaban el territorio y lograban cuantiosos botines. Pero tras la derrota de cuatro legiones en el bosque de Tettoburgo, en el año 9, Augusto ordenó una guerra defensiva y repliegue a las fronteras seguras. A partir de entonces, la guerra fue contraproductiva porque, por un lado era defensiva, y por otro la ganancia de nuevos territorios como Dalmacia, Rumanía, Siria, salían muy caros, incluso por encima del coste, y apenas rentaban nada. China también entró en un ciclo de guerras contraproductivas para defender su frontera de los nómadas, que requerían enormes ejércitos de caballería que hacían guerras preventivas. No obstante, el autor aclara que esas guerras preventivas a veces disuadían a los nómadas de volver a cruzar las fronteras durante cien años, por lo cual también era rentable.

El poder mundial de Europa

Hasta el año 1018, no se hace una nueva escalada armamentística. Esta vez será la invención de la pólvora en China, que usaron para hacer fuegos artificiales o como arma incendiaria, pero no para lanzar proyectiles a gran velocidad, algo que sí aprovechó Occidente.

Europa fue el ganador de la carrera armamentística de la pólvora porque los distintos reinos feudales la adoptaron entusiasmados. Primero, sus cañones derribaron las murallas de los castillos   (los turcos copiaron la idea para conquistar Costantinopla)  y luego, en torno al año 1470, se empezaron a usar arcabuces con gancho. No pudieron sustituir a la caballería hasta que inventaron los holandeses el sistema de carreta o "lagger", mediante el cual las carretas se disponían en círculo y servían de muralla contra los caballos y parapeto para los cañones. A estas alturas, Europa ya había superado a Asia y siguió el avance cuando las potencias europeas dotaron de cañones a los galeones y barcos de línea, con lo que los mares fueron europeos por su gran potencia de fuego. A ello se sumaron tácticas prusianas como las líneas de fusileros que avanzaban en línea hasta convertir sus ejércitos en paredes que escupían fuego, según contaban los supervivientes.

El autor dice que el norte de Europa se distanció del resto del mundo porque permitió el libre comercio frente a los estados del Sur que aún promovían el monopolio comercial. De esta forma, Gran Bretaña dominó todos los mares del mundo e impuso su ley hasta convertir el siglo XIX el mundo en un lago británico mantenido por un orden global inglés.

Desde el punto de vista de la "rentabilidad" de las guerras, el autor dice que Europa masacró a millones de nativos en América (sobre todo por las enfermedades que redujeron la población a la mitad), Asia (India) y esclavizó a varios millones más en África, pero que en gran parte tuvo como consecuencia una ampliación del territorio europeo y la paz en Europa prácticamente desde 1715 a 1800 y de 1815 a 1914. Según su teoría, al final este ciclo de guerras de expansión trajo la paz al mundo y millones de súbditos vivieron en paz y progreso en las colonias británicas (y las hispanas también durante cuatro siglos). [nota del lector: nuevamente vemos un argumento un poco capcioso porque parece que lo que quedó fue más tierra baldía que otra cosa]

Morris señala que hay un ejemplo que podría invalidar su tesis y se refiere a la guerra de Independencia de EE.UU., pues sería el típico ejemplo de guerra contraproductiva que genera mayor caos y violencia al dividirse el imperio británico en dos y, sin embargo, generó una mayor riqueza y prosperidad para el nuevo país y la antigua metrópoli. El autor replica que la clave de por qué esta vez fue distinto hay que buscarla en el comercio; el propio Adam Smith señala que dejar a los operadores y a la mano invisible del mercado trabajar con mayor libertad generará mayor riqueza, como así ocurrió. La libertad comercial benefició a ambos países, así como la fluidez del crédito, que permitió a EE.UU. tender una gran red de ferrocarril a partir de 1830.

El dominio europeo en el mundo se limitaba hasta el siglo XIX a proteger fuertes en la costa en enclaves asiáticos sin preocupar mucho a los gobernantes de la India o China. Si había una batalla naval entre Holanda e Inglaterra por el dominio de Indonesia, los gobernantes asiáticos lo consideraban una "molestia" o una "guerra comercial". Lo mismo pasaba en el Congo y el resto de la costa, donde los portugueses tenían que comprar esclavos a los jefes locales a cambio de armas sin adentrarse en el territorio por miedo a las enfermedades, salvo en Sudáfrica, que estaba libre de gérmenes letales para el hombre blanco. Eso cambió a partir de mediados del siglo XIX, cuando los médicos occidentales lograron vacunas contra las principales enfermedades tropicales, salvo la fiebre amarilla. De repente, el interior de África y Asia quedaron a merced de los europeos, cuyas principales potencias se repartieron el mundo en pacíficos congresos.

 Inglaterra creó un vasto imperio multicontinental en Canadá, Australia, India, Sudáfrica, Zimbawe, Kenia, Sudán, Hong-Kong y otras colonias en el Caribe o el Pacífico aunque impuso un orden global de comercio y crédito que subyugó a países nominalmente independientes como Argentina o Chile. Su poder naval servía de policía mundial allí donde hubiese conflictos [nota del lector: papel que luego siguió EE.UU.]. Cuando el emperador francés Napoleón decretó en toda Europa un bloqueo comercial del Continente a las islas británicas fracasó porque todos los reinos buscaban trucos para eludir la orden y porque la flota naval británica era dueña de los mares.

Otro cambio que observa Ian Morris son las guerras populares que estallaron a partir de 1776. La insurrección de los colonos americanos y la posterior Guerra de Independencia solo fue el comienzo de las guerras nacionalistas y protagonizadas por el pueblo. Al poco, el pueblo y los burgueses tomaron el poder en la Revolución Francesa de 1789, en lo que sería otra movilización a gran escala que se saldó con miles o millones de muertos, sobre todo en el campesinado reaccionario y entre los aristócratas que no pudieron huir a tiempo. Napoleón llevó a la guerra popular a otra escala al movilizar a un ejército de un millón de voluntarios que no eran profesionales como las tropas de Prusia o Inglaterra pero estaban dirigidos por buenos oficiales. Este ejército popular se metió en un buen lío cuando Napoleón invadió España para obligarla a entrar en el orden continental y bloquear a Inglaterra. Los españoles se constituyeron en otro movimiento nacional y popular y sometieron a una pesadilla a las tropas napoleónicas a las que desgastaron con una guerra de guerrillas. Pronto todos los países se dieron cuenta de que el nacionalismo y el patriotismo servía para hacer ejércitos más poderosos y todos comprendieron la importancia de fomentar esas ideas populares. [nota del lector: pero un siglo después, lo que parecía una medicina mágica que lo curaba todo se convirtió en un veneno, siendo el más claro ejemplo la Alemania nazi ultranacionalista]

La guerra de 1914 a 1945

El autor estudia posteriormente el gran conflicto europeo de 1914 a 1945, que equipara a las Guerras Púnicas entre Cartago y Roma porque hubo dos guerra en medio de una tregua de 20 años. Morris recurre a la teoría de Mackinder en el que el mundo está dividido en tres bloques: el Núcleo (serían las estepas nómadas, desde Rusia a China), el Círculo Inferior (que serían los imperios orientales y europeos) y el Círculo Exterior (América, África subsahariana, Japón y Australia).
En el caso de la Gran Guerra del 2014, Alemania se unificó en un momento en que Gran Bretaña había dejado de ser la única nación industrializada y ya no tenía efectivos para vigilar el mundo como una policía mundial: los ingleses relegaron parte de las tareas en EE.UU. y Japón como ayudantes del policía mundial. En ese contexto, Alemania empezó a crecer e industrializarse y a iniciar políticas coloniales en África pero, en contra del consejo del cancíller Bischmark, que apostaba por una senda diplomática y de equilibro, el kayser comenzó a idear planes para "absorber" parte del Núcleo, concretamente los países no-rusos como el Báltico, Ucrania y Bielorrusia. Solo faltaba una excusa para invadir Rusia.
Por otra parte, la posterior matanza que luego se desencadenó tuvo mucho que ver con unas élites que no tenían piedad ni por su propio pueblo porque si no habrían detenido el baño de sangre que costó millones de vidas. En tanto, Inglaterra adoptó una estrategia para cercar comercialmente a Alemania, que dio resultado a largo plazo y que decidió la guerra hacia los aliados, a lo que también contribuyó la entrada al final de EE.UU. El autor señala que, al terminar la guerra, no se resolvió nada y el mundo siguió igual de inseguro que antes, porque los países perdedores se vieron abocados a guerras civiles (Rusia, Alemania), a lo que después siguió la hecatombe económica del Crash de 1929, y diez años después una segunda guerra, esta vez total.

El mundo post-soviético (1989-2017)

La Segunda Guerra Mundial enterró definitivamente a Gran Bretaña como policía global, ya en decadencia desde 1870, y puso en el mundo a dos policías globales: EE.UU. y la URSS, que se repartieron el planeta: el núcleo quedó en manos del Imperio Soviético y otros países comunistas (China), el flanco interior fue una zona occidental o no alienada (Europa Occidental, Asia del Este, India, Persia, Afganistán) y el mundo exterior quedó en manos de USA (Pacífico, Sudamérica). Cualquier injerencia en esas zonas de influencia suponía un conflicto entre ambos policías globales, como fue el caso de Vietnam, el conflicto de los misiles de Cuba o la guerra de Corea. Además, se siguió un proceso de descolonización, primero de la India, y después de toda África, que quedaron bajo control americano por estar en su área de influencia. EE.UU. evitó por todos los medios que no se instalase el comunismo en su área de influencia.
El mundo siguió con dos policías globales desconfiados siempre entre ellos hasta el punto de iniciar una carrera de misiles nucleares que quedó en tablas porque la destrucción mutua estaba asegurada (MAD). Todo ataque era un suicidio asegurado, como dedujo el ruso Petrov ante lo que era un fallo de su ordenador y fue el que evitó la guerra nuclear en los años 80.

Según el autor, el colapso de la URSS fue planeado en los años 50 por USA mediante una estrategia a fuego lento: hacer que el pueblo soviético comprendiese las condiciones miserables en las que vivía comparándose con la fiebre consumista de Occidente libre. A mediados de los años 80, la URSS habia sido derrotada por Afganistán, el petróleo se había desplomado de precio tras unos años de bonanza, y Gorvachov inició el desarme y el desmantelamiento de la URSS: permitió que Europa Oriental se marchase libremente de su influencia, disolvió el imperio ruso y liberó a las repúblicas del Cáucaso. En cinco años, la URSS se había disuelto como un azucarillo en un vaso de agua.
A partir de 1989, con la caída del muro de Berlín, y de 1991, con el desplome de la URSS, solo quedó un policía global: EE.UU. Fue entonces cuando los conflictos se multiplicaron, sobre todo a partir del 2011, pero el autor recalca que fueron guerras de baja intensidad (para EE.UU., se entiende), caso de la Guerra del Golfo, Irak, Afganistán... e incluso Sudán o Somalia. No había posibilidad de que se produjese un gran conflicto a escala mundial con cien millones de muertos, algo que era una alternativa posible en los años 80. En los años 90, 2000 y 2010, allí donde había problemas, acudía el policía global, aunque poco a poco empezó a automatizar la guerra para abaratarla con drones y otras tecnologías que no requieren tropas en tierra.

El autor afirma que ahora el conflicto se desplaza hacia el Este de Asia, concretamente a las islas que rodean China. Ese gigante económico tiene un potente ejército pero está enjaulado porque su costa está rodeada de una cadena de islas hostiles o patrocinadas por EE.UU. (Corea del Sur, Japón, Taiwan, Filipinas, Singapur, Indonesia). El autor sostiene que EE.UU. es el dueño del Pacífico pero que China quiere, por razones de defensa estratégica, romper el bloqueo de esta cadena de islas. Al carecer de flota o de un mar libre por el que navegar, se ve confinada a ser una potencia continental pero no global. Romper el orden en el Pacífico, el mar Americano, supondría un desafío total a EE.UU. Ian Morris sostiene que no habrá quiebras en el sistema actual quizás durante varias décadas pero teme que llegará un momento en que EE.UU., si continúa con su lenta decadencia a nivel internacional, se verá desbordado en su papel de policía global y tendrá que nombrar ayudantes, posiblemente China [nota del lector: y yo diría Rusia]. El autor teme que, al igual que ocurrió con el Imperio Británico (al permitir el crecimiento de Alemania o Estados Unidos), el propio policía global podría estar cavando su tumba al armar a los que en unas décadas serán sus competidores que lo desbanquen de su papel.

Ian Morris recuerda que se hacen muchos esfuerzos para que no vuelva a haber guerras pero él se teme que, en las próximas décadas, antes de 2050, que será inevitable una megaguerra de las de verdad con millones de muertes en todo el planeta, aunque puede que sea menos devastadora que las anteriores guerras mundiales. Eso se debe a que la guerra con robots será inevitable ya que nadie quiere perder esa ventaja militar (lo llama la carrera de la Reina Roja, una carrera armamentística). Esto se basa en la Historia de la Humanidad: primero se lucharon con ejércitos disciplinados a pie, luego con carros de caballos, con caballería, con armas de fuego, con armas nucleares... Y por otro lado recuerda que la guerra es el camino por el que optan aquellos que ven ventajas y algo que ganar. Cuando alguien va a la guerra es porque algo tiene que ganar, alguna recompensa. Mientras alguien haga sus cálculos y vea posibles recompensas, irá a la guerra. La idea de fondo es que la descomposición del Imperio Americano conllevará nuevas guerras y una gran batalla final entre EE.UU. y el país que lo sustituirá como policía global dentro de unas décadas. Sostiene que la situación actual se parece a la de 1910, con el Imperio Británico en horas bajas y una Alemania y un Japón en crecimiento económico desbocado.

Morris también explica cómo serán las futuras guerras. Ya las estamos viendo. En una caravana en una instalación militar de Nevada dos operadores eliminan a objetivos mediante drones a miles de kilómetros. Hacen la guerra cómodamente como si fuese un videojuego. Alguien ha pensado en una idea más eficiente: enviar cazas-robots guiados por un caza humano a la zona de combate. Los robots procesan la información más rápido que el ser humano, cuando estos piensen la maniobra los robots ya los habrán abatido. Por eso, será inevitable una nueva carrera para desarrollar robots asesinos y robots soldados, según afirma el autor.


Introducción a Resúmenes de Libros de Historia

El blog Resúmenes de Libros de Historia recopila resúmenes de libros relacionados con la Historia, tanto económica como social.

Los resúmenes o reseñas se publicarán periódicamente, dos o tres al mes, cuando haya disponibilidad de tiempo. Se intentará que las obras sean recientes sin prescindir de los grandes clásicos.

Los resúmenes intentarán ser exhaustivos e incluirán anotaciones y comentarios del lector (previamente identificados)

Abarcarán asuntos como la Historia de las Civilizaciones, Historia Contemporánea, Historia Económica, Historia de España, y otras materias relacionadas.

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