Resumen del libro "Globalistas", de Quinn Slobodian (2020)
Resumen del libro actualizado en:
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Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Derecho y Sociología
Sociología, neoliberalismo, fin de los imperios, Unión Europea
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Ficha técnica
Título: "Globalistas"
Subtítulo: El fin de los imperios y el nacimiento del Neoliberalismo
Título en inglés: "Globalists: The End of Empire and the Bird of Neoliberalism"
Fecha de publicación en inglés: 2020
Editorial en español: Capitán Swing Libros SL, Madrid, 2021
Número de páginas: 437
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Biografía del autor
Quinn Slobodian es un historiador canadiense (Canadá, 1978) especializado en la Alemania moderna e historia internacional, Slobodian es profesor asociado de Wellesley College desde 2015. Estudió Historia en Lewis & Clark College y se doctoró en la Universidad de Nueva York en 2008. Es un historiador centrado en las políticas Norte-Sur, los movimientos sociales y la historia intelectual del neoliberalismo. Además de su libro Globalistas, el fin de los imperios y el nacimiento del neoliberalismo (2018), es también autor de Foreing Front: Third World Politics in Sixties West Germany in the Color World War (2015) y coeditor (con Dieter Plehwe y Philip Mirowski) de Nine Lives of Neoliberalism.
Slobodian ha publicado más de 20 artículos y capítulos en prestigiosas revistas de historia como Journal of Global History, American Historical Review y Journal of Contemporary History. También ha escrito para el New York Times, New Statesman, The Baffler y Dissent. Sus investigaciones han recibido el apoyo de becas del National Endowment for the Humanities, el Amercian Council of Learned Societies, la Fundación Volkswagen y la Fundación Andrew Mellon.
Actualmente, está trabajando en un libro sobre el capitalismo de extrema derecha. Como en su investigación, la enseñanza de Slobodian a sus estudiantes se caracteriza por situar historias de la Europa moderna en la historia del mundo en general.
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Texto de la contraportada
En esta primera historia del globalismo neoliberal, Slobodian sigue a un grupo de pensadores desde las cenizas del Imperio de los Habsburgi hasta la creación de la Organización Mundial del Comercio, para demostrar que el neoliberalismo no surgió para reducir el gobierno y abolir las regulaciones, sino para volver a implementarlas a nivel mundial. Todo comienza en Austria en la década de 1920: los imperios se disolvían y el nacionalismo, el socialismo y la autodeterminación democrática amenazaban la estabilidad del sistema capitalista global. En respuesta, los intelectuales austríacos buscaban una nueva forma de organizar el mundo. Ellos y sus sucesores en la academia y el Gobierno, desde economistas famosos como Friedrich Hayek y Ludwin von Mises hasta figuras menos conocidas como Wilhelm Röpke y Michael Heilperin, utilizaron Estados e instituciones globales para aislar a los mercados de la soberanía estatal, los cambios políticos y las turbulentas demandas democráticas de igualdad y justicia social. Lejos de descartar el Estado regulador, los neoliberales querían aprovecharlo para su gran proyecto de proteger el capitalismo a escala global. Un proyecto que cambió el mundo, pero que también fue socavado una y otra vez por la desigualdad, el cambio implacable y la injusticia social que lo acompañaron.
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ÍNDICE
1. Un mundo de muros
2. Un mundo de cifras
3. Un mundo de federaciones
4. Un mundo de derechos
5. Un mundo de razas
6. Un mundo de constituciones
7. Un mundo de señales
Conclusión: Un mundo de gente sin pueblo
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El libro arranca con los intentos de los economistas austríacos de revitalizar el comercio internacional después de que el Imperio de los Habsburgo (que incluía Austria y Hungría) se redujese a un pequeño país con sede en Viena y fraccionado en una miríada de nuevos estados (Yugoslavia, Checoslovaquia, Rumanía, las repúblicas del Báltico). Las revueltas de trabajadores de los años 20, fuertemente reprimidas por la policía, asustaron a Mises que recomendó mano dura con los sindicatos porque, según pensaba, desestabilizaban la economía y querían aumentar los salarios por encima del mercado. El problema en los años 20 es que los estados se habían vuelto proteccionistas y nacionalistas y el comercio mundial no paraba de descender y hundirse año tras año (así lo demostraron ante la Sociedad de las Naciones, con sede en Ginebra, diversos economistas británicos con nuevos gráficos como el de la araña). Aunque querían usar las estadísticas para entender el orden mundial, admitieron que era caótico y no había manera de comprenderlo. El proteccionismo y los muros estaban perjudicando a todos pero las naciones se empecinaron en seguir poniendo aranceles, con lo que era difícil reconstruir el comercio internacional previo a la Primera Guerra Mundial.
Esta rama de economistas, a los que se sumó Hayek, propuso un proyecto de economía internacional en los años 30 que consistía en crear una gran Federación supranacional en Europa (desde Tallín hasta Italia) que estaría dividido en ocho o nueve naciones sin poder real (aunque sí cultural y folklórico) y por las que circularían libremente todo tipo de bienes y mercancías y trabajadores. [nota del lector: es fácil imaginarse a una UE]. Esa Federación sería casi "invisible". Otra de las quejas es que la democracia no era muy buena porque la muchedumbre podía votar mal y estropearlo todo, razón por la que creían más en una especie de "normacracia" donde el poder emanase de una constitución y un orden jurídico supranacional para permitir que la propiedad y el capital se moviese, en teoría, hacia donde se asignasen mejor los recursos, sin que los políticos nacionales pudiesen molestar a nadie. Desconfiaban del poder nacional y la soberanía nacional y también de la democracia, que preferían recortada y centrada en defender la propiedad y garantizar el libre comercio.
Los autores que elaboraron estos proyectos mundiales en los años 30 pueden agruparse en las Conferencias de Estudios Internacionales (1928-1939), las reuniones de Annecy y Haberler (1936) y el Coloquio Walter Lippmann (1938). Entre los más habituales están Lippmann, Heilperin, Baudin, Mises, Condliffe, Röpke, Hayek, Robbin, Morgenstern, Rist y Rappard.
Tras la Segunda Guerra Mundial, se creó la ONU en Ginebra y Hayek y otros economistas neoliberales celebraron en 1947 una cumbre paralela en Mont Pelerim (Sociedad MP), al otro lado del lago. Se considera que este fue el inicio del neoliberalismo.
Una de sus primeras victorias fue boicotear la OIC (Organización Internacional del Comercio) que quería montar la ONU tras la Segunda Guerra Mundial para revitalizar el comercio mundial y facilitar el desarrollo porque daba mucha soberanía a las naciones, sobre todo a los países subdesarrollados, que podían elegir la vía equivocada y empeñarse en industrializarse cuando su ventaja competitiva era la agricultura y la exportación de materias primas a los países avanzados. Su idea es que los Estados debían estar despojados de su poder y someterse a leyes estrictas internacionales para que los recursos del mercado se asignasen libremente y con mayor eficiencia.
Otra de las cuestiones que lograron, a pesar de ser tachados de "utópicos" por los propios empresarios de derechas, es la imposición de una legislación económica que imponía los tribunales de arbitraje por encima de los tribunales de la propia nación. No lo lograron a través de un gran tratado internacional sino mediante "mini-acuerdos" bilaterales entre naciones.
Otro aspecto fue plantear los "derechos humanos" como "derechos económicos" y no sociales. El derecho a la libertad de circulación de mercancías, capital y trabajadores, y la protección de la propiedad privada (frente a las expropiaciones o los decomisos de la guerra). No mencionaron nada de los otros derechos "sociales" como el pleno empleo o la igualdad económica.
Al mismo tiempo, se planteó la descolonización de África, que muchos neoliberales propusieron tutelar o reducir esos nuevos países a economías agrícolas para evitar la "sobreindustrialización". Instituciones como el FMI se encargaron de que ningún país se pasase de la raya. Ellos defendían la economía mundial frente a la democracia y el nacionalismo, según el autor, lo que implicaba proyectos de federaciones internacionales de doble gobierno, la concesión de la independencia política y a la vez la preservación del reinado de la competencia. Heilperin lamentaba el fallido código universal de inversión, Röpke y Hutt proponían formas de apartheid y voto ponderado, Mestmäcker veía como solución el Tratado de Roma (de la CEE) y la ley de competencia subsiguiente, Tumlir y Petersmann apoyaban un GATT reformado con una jurisdicción que se extendía a los Estados nacionales.
La creación de la CEE siguió el modelo neoliberal de montar un conglomerado de naciones con un parlamento europeo sin apenas poder, donde las naciones cedían su soberanía a un ente tecnocrático como Bruselas y donde el Tribunal de Justicia Europeo se imponía a los tribunales nacionales. No solo eso, sino que cualquier ciudadano podía dirigirse al TJUE y plantear un pleito y no solo los países.
Ya en los años 70, Hong Kong se convirtió en una economía neoliberal ejemplar que consistía en una economía de mercado no mayoritaria que limitaba la soberanía popular al tiempo que maximizaba la soberanía del capital con una elogiada política de libre comercio, una sólida ley de secreto bancario y un impuesto de sociedades bajo.
El asunto final fue reconvertir el GATT (donde los estados se habían especializado en esquivar las propias normas) en la OMC. En resumen, el internacionalismo tenía que prevalecer sobre los tratados comerciales, la inviolabilidad de los contratos y la propiedad. Las naciones libres se ceñían a los vínculos del orden económico mundial y así la descolonización no planteaba problemas.
El autor señala que los neoliberales descubrieron en el Derecho la vía para lograr sus fines. El "ordoglobalismo" ayudó a que la Comunidad Económica Europea (CEE) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) se entendiesen como aparatos de poder jurídico para aprisionar a los mercados al margen de la responsabilidad democrática, aunque esta buscara legitimidad ofreciendo derechos privados directos a ciudadanos por encima de la nación. Para ellos, el Estado distributivo o la OIT eran malos. Ideas como el impuesto progresivo de la renta o la difusión de la propiedad privada dentro de la nación quedaron relegadas y Röpke proponía un orden internacional de restricciones. Fuera de la nación, el lenguaje de lo social desaparecía y solo quedaban las normas.
El medio de expresión de los neoliberales era la revista "Ordo" (Hayek se inspiró en un concepto medieval y pensamientos de San Agustín).
Esta ideología ha sido denominada "protección constitucional del capitalismo", "constitución económica de Hayek" dirigida a la "inmunización de la expansión de los mercados capitalistas contra la política democrática intervencionista igualitaria". Otros lo llaman el "nuevo constitucionalismo" que trabaja para "permitir que las fuerzas económicas dominantes estén cada vez más aisladas del Gobierno democrático y la rendición de cuentas popular". Esta constitucionalización "establece una red institucional mundial que ofrece al capital transnacional múltiples opciones de salida".
De este modelo surge el gobierno "no mayoritario" de las autoridades portuarias y la idea de la independencia del Banco Central. Hay tensión entre el BCE y la UE. También ha surgido un mundo off-shore de paraísos fiscales donde las naciones compiten por ofrecer el impuesto más bajo. Otra idea es el federalismo competitivo de forma que el capital siga las oportunidades de un país a otro allá donde surjan.
El autor cree que hay una paradoja en el pensamiento de Hayek y el neolibealismo de la Escuela de Ginebra. Propugnaban defender la economía mundial de los excesos de la democracia pero la economía mundial en sí misma era invisible y escapaba a la razón y la representación. Era un "orden extendido" o "transcendente"